viernes, 4 de julio de 2014

CRÍTICA DE LA OBRA. ENhttp://pasaporteteatralsantafe.blogspot.com.ar

(Paraná- La hendija. Sala experimental 2. Vista: sábado 20-Abril-2013)

-“Conjugar el verbo amar”-

“Nosotros”. Vaya conjugación difícil de lograr. Tiene que haber un Yo, Tu, Él/Ella antes. Y como sucede con cualquier cosa en la vida, no se puede dar un paso antes de haber dado otro. O como suelen decir algunos maestros de teatro a sus alumnos “Actuar es como cruzar de una orilla a la otra del río a pie: las piedras donde pisar van apareciendo a medida que uno avanza hacia el otro lado”. De todas formas, la metáfora sirve para describir no solo el trabajo de un actor en la construcción de la escena, sino también en algún que otro aspecto de la vida de cualquiera. Como en las relaciones de pareja, por ejemplo. Quien no se preguntó alguna vez ¿Cómo unir el YO con el TU para hablar de NOSOTROS?
“En la tierna calma de tus brazos”-ritornello de amor desencajado-, del grupo Mojiganga con dirección de Claudia Zaragoza, es una prueba, un ejercicio, una búsqueda, un anhelo de encontrar las respuestas huidizas en ese río constante de preguntas que los personajes intentarán cruzar solo para quedar varados una y otra vez en el mismo lugar en el que comenzaron: alguna piedra rodeada de agua entre las costas llamadas Deseo Amor.
En la penumbra de un bar o un café, con sus lámparas colgantes de pantalla cuadrada y su típica mesa de reunión, con un guitarrista solitario que entona algunos acordes nostálgicos como recibimiento, será donde se reúnan, por esas circunstancias de la vida, cuatro personajes, que con el devenir de las situaciones se verán interpelados por las profundas contradicciones de su vida, signadas siempre por la oposición entre sus deseos y el de los demás: me quiere/no me quiere, me entiende/no me entiende, le pregunto/no respondela deseo/ me rechaza, la amo/ella me abandona.
Tres hombres y una mujer. Ella, eluno, eldos y eltres. Se preguntarán sobre las mismas cosas o divagarán en fantasías donde la ausencia del ser amado se confundirá con la intervención física de algunos de sus objetos de deseo. Querrán lo mismo o diferentes cosas. Serán uno solo o seres independientes. Los tres la perseguirán a ella o ella los azuzará con reproches. Se perderán. Se encontrarán. Se volverán a perder. Se ahogarán con sus intrigas. Tendrán las respuestas. Las dejarán ir. Notarán que nunca cruzaron al otro lado.
Será este constante ritornello o retornar casi al mismo lugar (físico o emocional) luego de haber avanzado (como un espiral horizontal) la dinámica a partir de la que los actores construyen los distintos relatos. Así como también el mundo sensible de sus personajes revisitando sus recuerdos, sensaciones e imágenes para volver una y otra vez sobre sus palabras o acciones.
El absurdo con alguno de sus procedimientos, tales como la incomunicación o el desdoblamiento de personajes (todos somos uno o yo soy todos) aparecen en la obra como la idea ordenadora más presente, tanto desde el trabajo textual como en el registro actoral, mixturada con algunas nociones lingüísticas -filosóficas (el hombre es definido por el lenguaje y la palabra; el signo como representación de algo más que no está completamente presente al nombrarlo).
Serán estos resortes los que generarán en los personajes el desasosiego, la presencia de la pérdida, la ausencia del ser amado, la distancia abismal entre la pregunta y su respuesta, lo que los lleva a reflexionar que “solo los enamorados y los niños tienen el corazón oprimido”
El amor mitológico.-
Zaragoza realiza un trabajo de dramaturgia a partir de lo que ella propone como “inspiraciones” y “retomar ideas” del texto de Roland Barthés llamado “Fragmentos de un discurso amoroso” donde este reflexiona acerca de la intelectualización de sentimientos tan complejos como el amor y el deseo, y todo lo que ellos traen implicado. En esta reescritura, aparecen también referencias a otros textos previos de la directora, como “la esquiva ballena blanca”, o historias legendarias como la del “holandés errante”, haciendo aparecer así lo mitológico y universal del problema.
Una frase del texto de Barthes versa: “Hay una escenografía de la espera: la organizo, la manipulo, destaco un trozo de tiempo en que voy a imitar la pérdida del objeto amado y provocar todos los afectos de un pequeño duelo, lo cual se representa, por lo tanto, como una pieza del teatro”.
Tiene sentido entonces hablar de una poética de la espera como ese espacio-tiempo dinámico en el que discurren estos personajes al ubicarse,  por momentos, en el aquí y ahora para contar sus penas, y por otros, fugarse a otros mundos (¿el de la memoria? ¿El del anhelo?) para vivirlas (o revivirlas), teniendo como excusa la búsqueda de aquello perdido que los completaría. Como un círculo que no se puede cerrar.
La articulación de lo anterior y el principio de oposición (o binomio fantástico, como lo catalogó Gianni Rodari) da como resultado una puesta que avanza a partir de la reflexión sobre lo disímil (relato textual), la multiplicación y reproducción de signos (relato escénico), y la construcción de sentidos en torno al universo que se abre entre el yo y los otros (relato actoral), haciendo aparecer como "destacado" el momento donde finalmente pueden dar alivio a sus anhelos a través de la explosión de los tres relatos en uno solo de gran intensidad que surge con la palabra Fetiche al encontrase físicamente los personajes con objetos del deseo que los acercan simbólicamente a su ser amado.
Fetiche, fetichismo, fetiché, fetidez. Acepciones y asociación libre de una misma palabra. Como si se intentara unir Amor y deseo: se terminaría hablando siempre de otra cosa. Amor no es deseo. Deseo no es pareja. Pareja no es perfecto amor. Sería más como dice Barthés: “(…) un poco de prohibición, mucho de juego; señalar el deseo y después dejarlo”.

lunes, 26 de agosto de 2013

tal vez algo de lo que decimos cuando decimos amor...

W Kandinsky   The Singer
 
El amor empieza cuando se rompen los dedos
y se dan vuelta las solapas del traje,
cuando ya no hace falta pero tampoco sobra
la vejez de mirarse,
cuando la torre de los recuerdos, baja o alta,
se agacha hasta la sangre.

El amor empieza cuando Dios termina
y cuando el hombre cae,
mientras las cosas, demasiado eternas,
comienzan a gastarse,
y los signos, las bocas y los signos,
se muerden mutuamente en cualquier parte.

El amor empieza
cuando la luz se agrieta como un muerto disfrazado
sobre la soledad irremediable.

Porque el amor es simplemente eso:
la forma del comienzo
tercamente escondida
detrás de los finales.

autógrafo
ROBERTO JUARROZ 

jueves, 11 de julio de 2013


EN LA CALMA TIERNA DE TUS BRAZOS...

ESCENA III 

ELTRES: Quería decirte…dejáme hablar…quería que supieras que te esperé durante mucho tiempo…no quiero decir que te esperé porque tardaste, aunque sí, tal vez tardaste un poco, o sea… quiero decir…dejáme hablar…no te echo la culpa…quiero decir que durante toda mi vida estuve esperándote, no porque te hayas demorado, porque en realidad no sabía que ibas a venir… que ibas a venir vos…o sea…dejáme hablar…sí, si supe que eras vos cuando te ví, pero no sabía que te ibas a llamar como te llamás o que ibas a ser como sos…que sos hermosa, pero…no sé como…no sé si soy claro…yo, cuando apareciste así de golpe sentí algo dando vueltas en mi cabeza y entonces… dejáme hablar…todo, todo, todo fue como volver un momento al regazo de mi madre…aunque no… no mi madre, porque mi madre me mandaría a preguntarle a mi padre… fue como el regazo de alguien a quien jamás dejaría, alguien con quien quisiera quedarme…y el regazo se transformaba...hablar...en algo caliente, dejáme que, dejáme... Te amo porque te amo... ya está...no no está, pero no tengo...dejáme...mas explicaciones para darte...no es que me las pidas... hablar!... estuve en muchos lugares y esperé a muchas mujeres....ninguna me pudo sacar de este encantamiento... dejáme... en que parezco estar metido...
En realidad lo que quiero...dejáme...es que...hablar...es que quisieras...llevarme con vos.... quedarte conmigo.... ahora nos siento como arriba de una balsa en un mar embravecido....dejáme ...hablar...esas balsas echas de palos... y la tormenta es cada vez más fuerte....hablar...hablar... pero no me mareo, tengo miedo de que si te hundís no quieras llevarme con vos a caminar por el fondo del mar....
¿Te quedó claro?
 Solo los enamorados y los niños tienen el corazón oprimido....

miércoles, 10 de julio de 2013

 de Claudia Zaragoza-

  Un músico inicia un  tema mientras el público ingresa a la sala. Es uno de los personajes. La luz decrece, él se silencia. Cuando la oscuridad es total se inicia la melodía que se pregunta qué cosa es el amor.
   "En la calma tierna de tus brazos -ritornello de amor desencajado-" es un espectáculo que discurre acerca del amor, pero lo hace enfocándose en un límite que no se puede transponer: no es posible decirlo todo, sobre todo en el tema de los afectos. 
   Rolan Barthes escribe "Fragmentos de un discurso amoroso" en 1977. Dice el autor " el discurso amoroso es hoy de una extrema soledad... está completamente abandonado por los lenguajes circundantes: o ignorado, o despreciado o escarnecido por ellos."
   "En la calma..."  está inspirada en este libro donde Barthes hace una disección minuciosa en torno de temas como la espera, la ausencia, la desesperación, el fracaso, la imagen recreada, el deseo, las recriminaciones, los disimulos. "En su cabeza, el enamorado  no cesa en efecto de correr, de emprender nuevas andanzas y de intrigar contra sí mismo", dice.
   En la puesta, tres personajes masculinos y uno femenino discurrirán en un bar, bebiendo ginebra barata, aspectos que generalmente se ponen en el tapete en el "discurso amoroso". Narrada a manera de recortes de pequeñas situaciones, los personajes mostrarán retazos de sus padecimientos amorosos. El espectáculo no pretende ofrecer una respuesta, sino plantear una serie de preguntas; ¿Qué decimos cuando decimos amor? ¿Qué es lo que nos atrae, nos atrapa del otro? ¿Por qué no me responde como yo necesito que me responda? ¿Por qué calla? ¿Cuál es la imagen que tengo del ser amado?
  El tono de realismo extrañado, enrarecido y la música en vivo, interpretada por los actores, acompañarán este adentrarse en algunas raíces del deseo. La iluminación favorecerá el tono opaco, amarillo, de los bares escasamente iluminados. Artefactos que penden a baja altura  como en las mesas de pool, contribuirán a ocultar aún más lo que nos cuesta ver cuando estamos sumergidos en ese profundo letargo del amor. Un espacio recortado en medio de la sala, con el público a ambos lados, en donde los actores trabajarán esa cotidianeidad que nos ahoga en constante complicidad con los que miran, que también son parte del mismo padecimiento.
   Una escenografía que plantea un bar desdibujado, casi un sueño de bar donde el despojamiento remarca la metáfora acerca del ser amado. En los motivos de las puertas de ingreso y hacia el interior, el toque de la pintura art-noveau, con tonos amarronados-rojizos resaltando el calor de un lugar al que acuden los solitarios en búsqueda de respuestas.